miércoles, 29 de agosto de 2012

SESIÓN 3.- Capítulo XI: Cooperación


Exposición


Podríamos empezar por identificar que al leer “teoría”, es necesario estar conscientes de que esto implica un problema. Así, el problema de leer teoría, es decir, cómo leer, implica reconocer una lógica de construcción en el texto. Hugo Zemelman ha explicado que esa lógica está referida a “reconocer detrás de las afirmaciones atributivas de propiedades que tiene un texto teórico, los problemas que pretende responderse el autor.”

Además de ese problema, podemos considerar que el papel fundamental de la teoría es revelar la relación entre los fenómenos e intentar descubrir su real vinculación y respectivas mediaciones. Entonces, tratemos de ubicar la lógica construcción que Marx siguió, recordando especialmente los textos que revisamos de Bolívar Echeverría y H. Lefevbre, pensando también que, como dice este último, “la obra de Marx no es todavía más que una introducción”.

Primero, si en apariencia la vida económica en el capitalismo consiste en un sistema de “intercambios” entre “equivalentes” (donde el trabajo, los servicios, etc. se presentan como cosas en el mismo plano de mercancías), entonces el “beneficio” que obtienen los capitalistas aparece como un misterio; cuando en realidad, se debe a la “plusvalía” adquirida por el capital en el proceso de producción, pues como resume Lefevbre:
El salario, pagado en dinero, revela y disimula al mismo tiempo una operación compleja: el intercambio de la fuerza de trabajo, pagada según su valor, por el valor creado por la fuerza de trabajo. Dos realidades no equivalentes se hacen equivalentes en apariencia. El salario paga al parecer el trabajo; pero el capitalista se embolsa la diferencia entre el salario y el valor del producto (entre el valor del tiempo de trabajo y el valor creado por este tiempo de trabajo). (L.: 279)

En segundo lugar, conviene recordar que en la Sección Tercera, Marx se enfoca en la producción de “plusvalía absoluta”, desarrollando los capítulos: 1) proceso de trabajo y proceso de valorización, 2) capital constante y capital variable, 3) la cuota de plusvalía, 4) la jornada de trabajo, y 5) cuota y masa de plusvalía. La sección cuarta está enfocada en la producción de “plusvalía relativa”, estructurada por los capítulos: 1) concepto de plusvalía relativa, 2) cooperación, 3) división del trabajo y manufactura, y 4) maquinaria y gran industria.

Tercero, sin olvidar que para Marx el “valor” de una mercancía se determina objetivamente por “la cantidad de trabajo social medio” que representa, conviene apuntar lo que significa el concepto de “plusvalía relativa” distinto al de “plusvalía absoluta”:
La plusvalía producida mediante la “prolongación” de la jornada de trabajo es la que yo llamo “plusvalía absoluta”; por el contrario, a la que se logra “reduciendo” el tiempo de trabajo necesario, con el consiguiente cambio en cuanto a la “proporción de magnitudes” entre ambas partes de la jornada de trabajo, la designa con el nombre de “plusvalía relativa”. (Marx, C. El capital, Tomo I, FCE: 252-253)

En cuanto al contenido específico del capítulo XI “Cooperación”, Marx plantea su primera tesis señalando que:
La producción capitalista tiene, histórica y lógicamente, su punto de partida en la reunión de un número relativamente grande obreros que trabajan al mismo tiempo, en el mismo sitio (o, si se prefiere, en el mismo campo de trabajo), en la fabricación de la misma clase de mercancías y bajo el mando del mismo capitalista. (M.: 259)

Y en esa dirección, la exposición de dicho capítulo concluye que:
La cooperación es la forma fundamental del régimen de producción capitalista, aunque en él su forma simple se presente como forma especial, al lado de otras formas más complejas. (M.: 271)

Así, vemos cruzar dos planos en el mismo análisis, interrelacionando dos líneas de reflexión. Por una parte, la “lógica”, da cuenta de las características del trabajo cooperativo, es decir, el “proceso de trabajo social”. Por otra, la “histórica”, interesado en la “plusvalía relativa”, explica cómo la “forma simple” de cooperación permite al capitalismo (en los orígenes de la “manufactura”), en tanto “método”, transformar el proceso de trabajo en un proceso social con el fin de intensificar su “fuerza de trabajo”.

Marx define a la “cooperación” como la “forma de trabajo de muchos  obreros coordinados y reunidos con arreglo a un plan en el mismo proceso de producción o en procesos de producción distintos” (p. 262). Explicando que la cooperación no solamente “potencia” la “fuerza productiva individual”, sino que tiene a “crear una fuerza productiva nueva, con la necesaria característica de fuerza de masa.” (p. 262)

Tratando de subrayar los problemas analizados en este capítulo, basándonos en el trabajo de Jorge Juanes, podemos observar que la “cooperación” implica por lo menos cuatro ventajas inmediatas al capitalista:

1.- Una concentración del proceso de trabajo y, por lo tanto, optimización de las condiciones objetivas del trabajo, es decir, disminución del capital e, indirectamente del valor de la mercancía, ergo del valor de la fuerza de trabajo y de la relación plusvalía-capital invertido.

2.- Se logra una mayor producción de valores de uso, ya que la fuerza productiva social del trabajo potencia el trabajo individual, puesto que es más productivo un funcionamiento orgánico del proceso de trabajo que uno establecido a partir de procesos de producción asilados, en donde la conjunción, más que ser una totalidad, es una suma.

3.- Propicia una fuerza productiva nueva, que potencia la fuerza productiva individual y posibilita tareas que por sí misma no podría llevar a cabo.

4.- Se economiza trabajo y se aumenta su productividad, pues el trabajo individual se potencia con la nueva fuerza productiva de carácter social que se ha creado.

Si la producción capitalista tiene como punto de partida la cooperación, desde una perspectiva histórica, la forma de trabajo de muchos obreros, sería distinta a los anteriores regímenes, porque en el capitalismo no se trata sólo de una suma, sino que hay una totalización del proceso de producción bajo la dirección “despótica” del capitalista. Si en términos formales (lógicos), todo proceso social de trabajo exige, en todo lugar y tiempo, “dirección”, Marx concluye que para el caso del naciente capitalismo, “el capitalista representa frente a los trabajadores individuales la unidad y la voluntad del cuerpo social de trabajo.” (M.: 267), y considera que:
La dirección por el capitalista no es sólo una función particular dimanente de la naturaleza del proceso social de trabajo y perteneciente a él, sino también, al mismo tiempo, función de la explotación su proceso social de trabajo y, por lo tanto, está condicionada por el antagonismo inevitable entre el explotador y la materia primar de su explotación.
[…] Pero si, pero su contenido, la dirección capitalista tiene dos filos, como los tiene el propio proceso de producción por él dirigido, los cuales son, de una parte, un proceso social de trabajo para la creación de un producto y de otra parte un proceso de valorización del capital, por su forma la dirección capitalista es una dirección despótica. (M.: 267)

Finalmente, podemos identificar que esta forma de dirección despótica implica tres cosas:

1.- Las formas de dirección de toda empresa capitalista responden, simultáneamente, a la producción de riqueza social y a la producción de riqueza capitalista o plusvalía, lo cual lleva a la confusión de una en otra y a la identificación ideológica de las formas de organización que exige el proceso de trabajo como tal con las que exige el proceso de valorización.

2.- La clase obrera, en la medida en que el proceso de trabajo puesto al servicio de la valorización de capital se realiza con su participación, se inserta en un proceso que le es ajeno e impuesto autoritariamente, quedando al margen de la determinación de lo que se debe producir y del tiempo destinado a ello, así como de la forma de producirlo.

3.- A partir de un momento, agrega Marx: “el capitalista delega la función de vigilar directa y constantemente a los obreros a un tipo especial de asalariados” que cumplen funciones procapitalistas; dirigentes, managers, capataces, etc.

Ahora, para abrir la discusión colectiva, y tratando ligarlo con algunos problemas actuales podemos retomar el último punto y preguntarnos ¿Cuándo un trabajador asalariado y no proletario cumple funciones técnicas y cuándo funciones de explotación?

Tratando de relacionar economía y política, Gramsci considera que el pilar de la política es la existencia de “dirigentes y dirigidos”, de “gobernados y gobernantes”, y remontaba su inicio histórico a un hecho “técnico”. Si en el ámbito de la cooperación, aún no existe como tal una división social del trabajo, pero sí el proceso de producción está bajo la “dirección” del capitalista, ¿Qué consecuencias políticas tiene esto en la sociedad?

Si la cooperación es la “forma fundamental” del régimen de producción capitalista, en tanto que reúne a una gran cantidad de obreros que producen la misma mercancía simultáneamente bajo una dirección de la cual ellos no son parte, ¿qué carácter podría tomar la cooperación en un sistema no capitalista, en los ámbitos de la producción de gran industria y producción agropecuaria? O por ejemplo, en experiencias aisladas en las que los obreros toman la propiedad de la fábrica y el control de la producción bajo la dirección de un “consejo obrero”.

Relatoría de la sesión


Una vez realizada la exposición de acuerdo al anterior texto, dimos paso a la discusión colectiva.

Primero, tratamos de situarnos considerando que actualmente, la mayor parte del desarrollo tecnológico se hace a partir de la cooperación de grandes masas de trabajadores especializados. También recordamos un pequeño fragmento de este capítulo para considerar que la cooperación ya implica subsunción real, pues de acuerdo a Marx: “se trata del primer cambio que experimenta el proceso real de trabajo por su subsunción bajo el capital”.

El segundo momento de discusión colectiva implicó en ubicar los conceptos empleados en este capítulo, destacando: cooperación, masa de plusvalía, cuota de plusvalía, obrero colectivo, jornada laboral combinada, fuerza de masa (como una fuerza productiva nueva producto del cambio cualitativo de la cooperación bajo el capital), escala de cooperación, magnitud de capital. Retomamos las ventajas que implica la cooperación para el capitalista, el papel directivo del capitalista. Concluimos retomando la distinción analítica entre cooperación simple y cooperación capitalista

El tercer momento de discusión colectiva giró en torno a las tres preguntas planteadas al final de la exposición. De manera muy general destacamos las siguientes ideas: Consideramos que los capítulos de la sección cuarta del capital, son de especial importancia para estudiar el papel histórico de América Latina en la conformación del capitalismo.

Considerando que como explica Marx, el ser humano antes que un animal político es un animal social, la cooperación es fundamental para todo proceso de producción. A partir de ello nos preguntábamos cómo la cooperación  pudiera transformar su carácter cualitativamente capitalista para dar paso a un modo de producción distinto (socialista), retomando la experiencia histórica de los “consejos obreros” en la Italia de principios del siglo pasado, o casos particulares como los obreros argentinos de TRADOC (Neuquén, Argentina) que desde hace unos años se hicieron con el control de la fábrica y la dirección sobre su producción.

Por último, de lo anterior derivamos otros problemas. Ante ejemplos como la experiencia de los obreros argentinos mencionados, observamos que las condiciones de la máquina y el ámbito de la circulación siguen imponiendo los lineamientos de producción. Dicho caso es una victoria ante un capitalista individual pero ahora se enfrentan al capitalista “colectivo” como clase. Se enfrentan a la necesidad de mantener una magnitud de capital bastante considerable para mantenerse frente al mercado y sostener la capacidad de producción.

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