Seminario autogestionado por estudiantes del Posgrado de
Estudios Latinoamericanos
Sesión 2.
Donde
discutimos: Marx, Karl. (1991)
Sección 3ª. Capítulo. 5 “Proceso de trabajo y proceso de valorización” en El Capital. Ed. S.XXI
Inicio:
Esta
sesión la iniciamos con una ronda de participaciones donde cada uno y una de
lxs participantes expusimos las experiencias laborales que hemos tenido desde
dos perspectivas concretas: por un lado, dimos un ejemplo de cuando hemos
participado en un proceso de trabajo en el que el producto de nuestro trabajo
es para el consumo individual o colectivo; y, por el otro, mencionamos cuando hemos enajenado nuestra
fuerza de trabajo a otra persona, y el producto de nuestro trabajo le pertenece
a un tercero. (Escuchar audio)
Comparativamente, expresamos las sensaciones que ambas
circunstancias nos planteaban, describiendo primordialmente para el segundo caso,
con mucho más detalle, las características del proceso de trabajo, la organización
y el control de quien dirigía este proceso. Incluso describiendo por parte de uno de los
compañeros un accidente a causa de un trabajo que requería un alto grado de atención
pues se trataba de un proceso productivo en dónde las máquinas dictaban el
ritmo de cada función focalizada y repetitiva. Cuando se daba un ejemplo del
primer caso se ponía mucho más atención en la intención (finalidad) del proceso
productivo así como del destino del producto final del proceso de trabajo en
que se había participado.
Fue de interés para la expositora iniciar con esta dinámica
debido a que consideraba que al partir de nuestra propia experiencia (tanto
corporal, racional y social) podríamos participar a la par del debate que
plantea Marx en este capítulo, que es la distinción del concepto fuerza
de trabajo del concepto de trabajo mismo. Así también, del proceso
de enajenación que el autor plantea sucede durante el proceso de
trabajo capitalista.
Desarrollo:
En este capítulo, Marx se plantea una crítica al sistema de
categorías de la sociedad burguesa: una descripción del sistema económico y al mismo tiempo una crítica a la economía
clásica, la cual tenía por objetivo explicar cómo las sociedades llevan a cabo
la producción y distribución de la riqueza. La perspectiva de la crítica a la
economía política aborda la conformación social del proceso de producción y la
relación de la explotación que permite la extracción de plusvalor, planteando
al capital ya no como un factor de la producción sino como una relación social
que tiene como uno de sus elementos la enajenación del sujeto productor
respecto de sus condiciones de producción y el producto o los productos de su
trabajo.
En el capítulo quinto, Marx explica la diferencia entre el
trabajo y la fuerza de trabajo. En donde define al primero como “un proceso
entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste realiza, regula y controla
mediante su propia acción el intercambio de materias con la naturaleza” (pág.
131). Acción que a diferencia de otras
especies, sólo le pertenece al hombre pues antes de ser llevada a cabo ya la ha
ideado en su cerebro. Al finalizar el proceso de trabajo surge un producto, una
mercancía, un objeto apto para la satisfacción de necesidades: un valor de uso
que ya existía en la mente del trabajador, “un resultado que tenía ya una
existencia real” (pág. 131). Es decir,
el hombre que transforma no se concentra únicamente “en cambiar de forma la
materia que le brinda la naturaleza, sino que al mismo tiempo, realiza en ella
su fin”, mismo que está subordinado a su voluntad, a esto le llama Marx ‘atención’,
que no es más que la voluntad consciente del fin.
Este es un elemento siempre presente en el proceso de trabajo,
pues además del esfuerzo físico, el trabajador debe aportar su voluntad consciente
del fin. A la actividad adecuada a un fin se suman otros tres elementos del
proceso de trabajo: objeto de trabajo, cosas que el trabajo desprende
directamente de la naturaleza (tierra, agua); materia prima, objeto sobre el
que ya fue depositado una cantidad de trabajo; y medio de trabajo, es el objeto
que se interpone entre el trabajador y el objeto que trabaja (“Lo que distingue
a las épocas económicas no es lo que se hace, sino el cómo se hace, con qué instrumentos
de trabajo se hace” (pág. 131)).
Así
bien, la fuerza de trabajo la define como esa capacidad que tiene el hombre de trabajar,
que es sólo una potencia que dormita en él. En el proceso de trabajo capitalista
es una condición social y es el uso de esta fuerza de trabajo, lo que consume
el capitalista para fabricar un valor de uso.
Así pues, la fuerza de trabajo es la capacidad que paga el capitalista
al obrero en tanto mercancía específica que se encuentra en el mercado. Es el
trabajador quien dinamiza con su trabajo vivo a la materia que transforma y el
trabajo se termina materializando en un producto, donde ya sólo es quietud.
Desde la perspectiva del producto, los elementos del proceso
de trabajo, los medios de trabajo y el objeto de trabajo son medios de
producción y el trabajo, es trabajo productivo. Para obtener un producto se
pueden utilizar una serie de valores de uso, que incluso sean productos de
otros procesos de trabajo anteriores, de tal manera que los productos no son
sólo el resultado, sino que son, al mismo tiempo, la condición del proceso de
trabajo (pág. 133).
Los elementos para la producción son las materias primas
(tanto el objeto de trabajo o medio de trabajo, sea de procesos de trabajo
anteriores o tomados de la naturaleza), pueden ser materias auxiliares (son
materias primas que son absorbidas por el mismo instrumento de trabajo o son de
ayuda para la ejecución), o los artículos intermedios o a medio fabricar (son
las materias primas que se requieren para la elaboración de alguna otra). El
trabajo vivo es el que se hace cargo de los medios de producción y los pone en
acción, los convierte de valores de uso potenciales a reales y activos.
Aquí se hace otra diferencia fundamental, entre el consumo
individual donde el proceso de trabajo tiene como finalidad consumir los
elementos de la producción para ser medios de vida del ser viviente y el
destino de esos elementos es el consumidor mismo; y el consumo productivo, que
absorbe los medios de producción para elaborar un producto distinto.
Hasta
aquí Marx sólo observó al proceso de trabajo desde sus elementos simples y
abstractos sin la necesidad aún de hacer una contextualización social y
política y lo define como “la actividad racional, encaminada a producir valores
de uso, la asimilación de las materias
naturales al servicio de las necesidades humanas, la condición general del
intercambio de materias entre la naturaleza y el hombre, la condición natural
eterna de la vida humana, y por tanto independiente de las formas y modalidades
de esta vida y común a todas las formas sociales por igual” (p. 136).
Al situar el proceso de trabajo en el modo de producción
capitalista, lo analiza desde su dualidad: primero como producción de mercancías,
lo define como el proceso mismo de consumo de la fuerza de trabajo, donde el
capitalista pone al obrero a que consuma trabajando los medios de producción. Al
comprar esta mercancía específica y única, le pertenece también su uso que en
este caso es el trabajo mismo. El obrero, que es el vendedor de su mercancía le
entrega al capitalista su valor de uso, el trabajo. Asimismo, el producto de
este proceso se convierte en propiedad del capitalista y no del productor
directo.
Al final de esta sección concluye que el proceso de
producción de mercancías es una relación entre objetos comprados por el
capitalista, donde la fuerza de trabajo es el trabajo vivo y los medios de
producción son el trabajo muerto. En segundo lugar, lo analiza como un proceso
de valorización en donde al capitalista lo que le interesa no es producir un
valor de uso en sí mismo, sino como soporte de valor de uso, destinado para su
venta, pero con un valor incrementado al invertido inicialmente en el proceso
de producción. Continua el desarrollo demostrando que los medios de producción,
como trabajo muerto, sólo transfieren su valor a la mercancía, por la propiedad
específica de la mercancía fuerza de trabajo como creadora de valor, como
trabajo vivo, la cual tiene la propiedad no sólo de conservar y transferir el
valor contenido en los medios de producción, sino que al absorberlos crea nuevo
valor. De tal manera que el valor contenido en los medios de producción aparece
en la nueva mercancía, porque representa parte de un proceso de trabajo
anterior, aunque esté separado en espacio y tiempo del nuevo proceso.
Cuando analiza la parte del valor que añade el trabajador a
la nueva mercancía, analiza dos nuevas categorías, primeramente distinguiendo
al trabajo del obrero desde sus diferencias cualitativas, como trabajo concreto
(transfiere y conserva valores), donde atiende las diferencias subjetivas
(diferentes formas de realizar el trabajo)
y objetivas (los diferentes medios de producción usados y las diferencias
de los productos). Por otro lado, distingue sus diferencias cuantitativas, como
fuente de valor, donde el trabajo no distingue de otros más que por una
cuestión de cantidad, de tiempo de trabajo invertido en el proceso por parte
del obrero, definido entonces como trabajo abstracto (añade valor a los valores
de los medios de producción). Desde este ángulo, los medios de producción
interesan en cuanto absorben y asimilan determinada cantidad de trabajo.
Aquí lo que demuestra Marx es que si el capitalista pagara al
obrero el valor que realmente añade al proceso, es decir su trabajo que se
cristaliza en un producto, el capitalista obtendría al final del proceso la
misma cantidad de dinero que invirtió al iniciar el proceso. Sin embargo, el
capitalista paga al obrero sólo su capacidad de trabajar, es decir el valor de
la fuerza de trabajo del obrero, la cual representa el tiempo de trabajo socialmente necesario para
que el obrero pueda vivir, estar ahí y trabajar, pero no paga al obrero su
trabajo, que es el que se materializa en un producto nuevo, con nuevo valor. Y
es ahí donde brota un nuevo valor, la plusvalía para el capitalista.
El trabajo pretérito contenido en la fuerza de trabajo y el
trabajo vivo que ésta puede desarrollar son dos magnitudes completamente
distintas; la primera determina su valor de cambio, la segunda su valor de uso.
Y es esta característica específica de la mercancía-fuerza de trabajo la que
realmente le interesa al capitalista. Afirma Marx: “como unidad de proceso de
trabajo y proceso de creación de valor, el proceso de producción es un proceso
de producción de mercancías; como unidad de proceso de trabajo y de proceso de
valorización, el proceso de producción es un proceso de producción
capitalista.”
El doble carácter del trabajo mismo, el de crear valor (trabajo
abstracto) y transferir o conservar valor (trabajo concreto) se realiza durante
el mismo tiempo, es indivisible, tiene un doble efecto, al incorporarse
cuantitativamente el trabajo, añade nuevo valor; y la calidad del trabajo
incorporado conserva en el producto los valores que ya poseían los medios de
producción. Al exponer las diferentes funciones que desempeñan en la formación
del valor los factores del proceso de trabajo, lo que muestra son las funciones
de las diversas partes integrantes del capital en su propio proceso de
valorización.
Por lo tanto, la parte del capital que se invierte en los medios
de producción no cambia de valor en el proceso de producción, y es por eso que
Marx le llama capital constante, pero la parte que invierte en fuerza de
trabajo modifica su valor, pues además de reproducir su equivalencia, crea un
remanente, la plusvalía, que puede también variar y por eso le da el nombre de
capital variable.
Para medir el grado de explotación de la fuerza de trabajo,
es importante mirar a los medios de producción como termómetro del trabajo que
se absorbe para la producción del valor, pero se reduce a cero el valor del
capital constante pues no hace más que reaparecer en el valor del producto.
Pero para saber la valorización proporcional del capital variable creado en el
proceso de producción de la mercancía se necesita mirar la relación que existe
entre el dinero invertido en capital variable y el plusvalor, lo que se conoce
como cuota o tasa de plusvalor (p´):
p´= p/v
Donde v representa el capital variable, que representa el
valor de los medios de subsistencia del obrero y se materializa en una cantidad
de horas que le permiten reproducir este valor. Y p representa la magnitud
absoluta de la plusvalía creada. La parte de la jornada de trabajo en que se
opera esta reproducción es el tiempo de trabajo necesario (T.T.N.) y cuando
esta fase se rebasa, en la otra parte de la jornada laboral, es justamente
donde se crea valor no para él sino para el capitalista, la plusvalía, se le
conoce como tiempo de trabajo excedente (T.T.E.):
p´= T.T.E/ T.T.N.
Ambos guardan la misma relación, sin embargo el primero lo
hace como trabajo materializado y el segundo como trabajo fluido. La suma del
trabajo necesario y del excedente forman la magnitud absoluta de su tiempo de
trabajo, o sea de la jornada laboral; de la magnitud de la primera y de la
prolongación de la segunda dependen la tasa de explotación y la extensión de la
jornada laboral. Siendo pues la tasa de plusvalor la expresión exacta del grado
de explotación de la fuerza de trabajo por el capital. La plusvalía producida
mediante la prolongación de la jornada laboral la llama plusvalía absoluta.
Si la jornada laboral se mantiene
constante, lo que va a variar es la división de entre TTN y TTE, si se reduce
el TTN es lo que llama Marx plusvalía relativa. Para ello es necesario que la
capacidad productiva aumente (excluyendo la posibilidad de disminuir el salario
del obrero por debajo del valor de la fuerza de trabajo por el supuesto de que
las mercancías se venden a su valor). Es decir, un cambio cualquiera en el
proceso de trabajo, por el que se reduce el tiempo de trabajo necesario para la
producción de una mercancía, lo que implica que una menor cantidad de trabajo
adquiere potencia suficiente para producir una cantidad mayor de valores de
uso. Pero para que se reduzca el TTN es necesario que lo sea en las ramas
industriales de los medios de subsistencia del obrero.
Finalmente, esta es una de las razones por las que el
capitalista siempre tenderá a reforzar la productividad del trabajo, para de
este modo abaratar las mercancías, y con ellas los obreros. Y se concluye que
en la producción capitalista, la economía del trabajo mediante el desarrollo de
su fuerza productiva no tiene como finalidad acortar la jornada laboral sino a
disminuir el TTN para la producción de una determinada cantidad de mercancías
y, por lo tanto, acortar el tiempo que el obrero trabaja para sí mismo, con el
fin de alargar la fracción de tiempo que trabaja gratis para él, y así aumentar
la plusvalía que arranca al proceso de producción.
Conclusiones:
Se tenía contemplado, para finalizar
esta sesión recuperar nuestros propios proyectos de investigación con el fin de
recuperar/discutir/ampliar lo abordado en este capítulo, sin embargo la
discusión se centró hacia otros puntos, por lo que les recomiendo mejor
escuchar el audio. (Escuchar audio)
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